miércoles, 20 de mayo de 2009

Ofrecedme una oración de corazón y sincero amor. No seáis como el fariseo que hablaba y hablaba y no salió justificado

Silencio Y humildad, esos son los factores que todas las almas que se pongan a orar deben emplear: silencio y humildad. Ya os lo dije, hijos Míos, en Mi Santo Evangelio, no porque habléis mucho el Cielo os va a escuchar mejor, u os va a conceder las cosas con más prontitud, no hijos, no. No seáis como el fariseo de la parábola que hablaba y hablaba y no salió justificado porque no tenia humildad, y el publicano callaba y se daba golpes de pecho sintiéndose ante Dios Todopoderoso pecador, y pedía perdón una y otra vez. Sí, hijos Míos, leed esa parábola y ved la enseñanza tan eficaz que hay en ella. Yo, Soy Jesús, quien os habla.

Cuando os pongáis ante la presencia de Dios o ante el Santísimo Sacramento donde Yo estoy, sed consecuentes delante de quien estáis. No estéis pensando en vuestras cosas y ofrecedme una oración de corazón y sincero amor. Pedid primero por Mis intereses, Mis asuntos, como es que Mi Evangelio sea conocido por todo el mundo, que Mi Cabeza visible el Papa tenga luz y fortaleza. Pedid primero para que el Reino de Dios se extienda por todas las partes y Yo, hijos Míos, os concederé vuestros intereses, aunque no Me los pidáis, porque también lo dejé dicho en Mi Evangelio, buscad el Reino de Dios y su justicia que todo lo demás se os dará por añadidura. Y Yo os digo ahora, pedid por Mí reinado, porque Yo reine en los corazones de todas las almas y os concederé todo lo necesario para vuestra vida espiritual y corporal, porque Yo Soy Bueno y doy más de lo que os merecéis, pero Mi amor por vosotros es tan inmenso que Me cuesta más no dar que dar porque os amo infinitamente.


Sed criaturas humildes ante Mi Majestad, ante el Augusto Sacramento, así fueron Mis santos, humildes y Me amaron ardientemente. Muchos tenían una vida sencilla y de pocas obras apostólicas, pero su amor inmenso hacia Mí dieron tantos frutos que solo en la otra vida se sabrán, porque no son las obras las que Me dan gloria, sino el amor que pongáis en las obras, eso y el celo apostólico, eso es lo que Me da gloria y lo que hace que la obra de frutos de santidad. Pensad, hijos Míos, esto ante el Sagrario. Meditad estos puntos que os doy. El amor, la humildad, el silencio, todo eso es necesario para que vuestra oración esté en las debidas disposiciones y sea atendida inmediatamente, porque donde hay un corazón humilde y silencioso y entregado a Mi causa, allí estoy Yo, bendiciendo su trabajo y dando a través de ese corazón. No lo olvidéis. Yo, Jesús, Vuestro Redentor, os hablo, os instruyo y os bendigo. Mi paz sea con todos vosotros.




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