jueves, 10 de diciembre de 2009

Yo, el Hijo de Dios hecho Hombre, ¡ahí tenéis otro misterio! Cuando os pongáis a meditar, pedid la luz y el entendimiento de Mi Santo Espíritu


La grandeza del misterio de la Santísima Trinidad es inmensa, tanto, que no hay un misterio más grande en vuestra fe que el misterio de la Santísima Trinidad. Yo, Jesús, os hablo.

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La unión entre las Tres Divinas Personas es tal que nada hay más perfecto ni más grande que este misterio. La armonía entre las Tres Divinas Personas y la afinidad entre Ellas es única y, no existe en la tierra una unión semejante ni tal afinidad como el de las Tres Divinas Personas. No os puedo explicar con vuestras palabras lo que es infinito y escapa a mente humana, pero sí os pido que aunque en esta vida nunca lo vais a entender, meditéis sobre las Tres Divinas Personas y la armonía y afinidad que hay entre Ellas, porque lo que quiere el Padre lo quiere el Hijo y lo quiere el Espíritu Santo. Las Tres Divinas Personas piensan y desean lo mismo y en la misma medida. Yo, Jesús, os hablo.


Es de gran alimento a vuestras almas pensar en este sublime misterio que ningún santo, ni teólogo, consiguió comprender, ni siquiera vislumbrar, por cuanto la mente humana no esta preparada para tan altas comprensiones, pero aunque este misterio no se comprenda, ni llegue nunca a ser revelado en la tierra, debéis meditarlo, pues es de gran alimento para vuestras almas que esta falta de nutrición espiritual porque no alzáis el vuelo en grandes meditaciones y os quedáis a ras de tierra sin adentraros en grandes misterios.


Hijos Míos, os digo lo que dije a Mis apóstoles. Remad mar adentro, no os quedéis en la orilla de vuestra religión, remad mar adentro y meditad los grandes misterios de vuestra fe a cual más sublime, aunque ninguno como el de la Santísima Trinidad.


Meditad en vuestra oración en la virginidad y a la vez maternidad de Mi Santa Madre. Meditad en la Transubstanciación de la Eucaristía. Meditad en que la Misa es el mismo sacrificio de la Cruz. Meditad en Mi nacimiento y en Mi santa infancia, y en la gran variedad y excelencia de estos misterios. Avanzad mar adentro y tomad alimento sobrenatural para vuestras almas con tantas carencias como tienen. Yo, Jesús, os hablo.


Yo, el Hijo de Dios hecho Hombre, ¡ahí tenéis otro misterio! pero hacéis las meditaciones pensando en vuestros quehaceres cotidianos sin elevaros alto, porque os quedáis siempre en el plano humano. Hijos, cuando os pongáis a meditar, pedid la luz y el entendimiento de Mi Santo Espíritu y El os ayudará a adentraros en estos misterios, que si bien por ser misterios no se comprenden, debéis creerlos y alimentar vuestras almas con ellos, aumentando así vuestra fe y vuestro amor a Dios Uno y Trino. Yo, Jesús, os hablo y os instruyo, Mi paz os alcance a todos y a cada uno en particular.

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