sábado, 3 de enero de 2009

Siniestro total son las almas que se condenan

Siniestro total son las almas que se condenan, porque ese estado, no lo pueden cambiar nunca jamás, y no hay acción, ni refugio, ni acto alguno de otras almas, que puedan cambiar jamás el estado de un alma que se ha condenado. Sois pocos los que reflexionáis sobre esto, y cuando Mi Santo Espíritu os sugiere que lo hagáis, pronto sofocáis la reflexión diciendo que Dios es misericordia y no puede mandar eternamente a un alma al infierno.

El Infierno es un lugar de tormentos atroces y de la pena eterna de haber perdido el Cielo y la visión beatifica de Dios que encierra todos los gozos inimaginables, y que como dijo Mi Apóstol Pablo: ni ojo vio, ni oído oyó ni a corazón de hombre se le antojó, lo que Dios ha preparado para aquellos que le aman. (1 Cor 2, 9) Yo, Jesús, os hablo

Mi Padre Eterno no quiere mandar eternamente a un alma al infierno y eso es lo que tenéis que reflexionar, puede hacerlo porque así lo exige su justicia divina, pero no quiere, y cuando el alma voluntariamente ha escogido en esta vida su destino eterno, lo mismo que El respetó su libertad en esta vida para pecar, respeta su decisión voluntaria de condensarse, porque todas las almas reciben gracias y luces suficientes para comprender que van por sendas de perdición, y reciben de Mi Santo Espíritu, inspiración suficiente para posponer la vida de pecado que llevan, pero las almas no hacen nada para salir del fango y en el fango mueren, y así vivirán eternamente en el destino tenebroso que escogieron, porque el pecado es tinieblas y muerte en el alma y quien muere en pecado mortal sin arrepentirse, muere para toda la eternidad y vivirá en tinieblas eternamente. Yo, Jesús, os hablo.

El infierno existe y miríadas y miríadas de condenados también existen, algunos parientes vuestros que aparentemente vivieron en rectitud pero que no quisieron posponer su situación de pecado mortal y se tomaron a broma Mis leyes y Evangelio. Culparon a los curas de ser muy estrictos y creyeron para su lamentación en una misericordia de Dios que les alcanzaría a pesar de no querer poner nada de su parte para salvarse (1)

Así la misericordia de Dios no surte efecto, porque la misericordia de Mi Padre Eterno alcanza al alma que poniendo todo lo que está de su parte, lo suple en sus debilidades y limitaciones que por ellas cae una y otra vez, pero ve su esfuerzo, su pesar, su miseria y la misericordia divina le alcanza, porque Dios ve su corazón de arrepentimiento y lo suple con su amor misericordioso. Yo, Jesús, os hablo. Pero aquel que muere sin arrepentirse, sin dolor de sus pecados, sin haber hecho nada para salvarse, el solo escogió su destino eterno y en el se quedará para siempre, para siempre. Yo, Jesús, os hablo y os instruyo. Mi paz esté con todos vosotros que creéis en estos escritos.

(1) Si Dios salvara a todos sin arrepentirse, no sería un Dios misericordioso, sería un Dios injusto.