viernes, 9 de octubre de 2009

Dictado del 8-10-09

Hijos Míos, Soy Vuestra Madre Celestial quien os habla, y vengo a deciros, que estoy muy contenta con muchos de vosotros que Me rezáis el rosario diariamente. Me agrada también que Me hagáis peticiones en el rezo, porque Yo os escucho y despacho en su momento todo lo que Me pedís, siempre que ello, no impida el bien de vuestras almas ni le quite gloria a Dios.

Ha querido el Padre Eterno que por medio de este rezo Yo os conceda multitud de gracias, incluso aquellas que os parecen más imposibles de conseguir, pero hijos, así lo ha querido el Padre Eterno y si vosotros sois fieles y perseveráis en este rezo, veréis como lo que os estoy diciendo se cumple.


Hijos Míos, os pido que vuestras vestimentas sean mas decorosas y vistáis de forma que no transgreda la moral, pues hay que ir vestidos como templos del Espíritu Santo que sois, pues ya veis que las imágenes de los templos no se os presentan con vestimentas provocativas, por eso, tenéis que ir vestidos todos con dignidad de lo que sois: hijos de Dios Altísimo, hermanos de Jesucristo e hijos Míos, y debéis honrarme en la forma de vestir, para que seáis ejemplo a quienes os miren.


Padres y madres, enseñad a vuestros pequeños las normas más elementales de urbanidad y educadlos cristianamente, haciendo que se santifiquen al levantarse y al acostarse, enseñándoles los rezos de la Santa Madre Iglesia, para que vayan alimentando su alma con vuestras enseñanzas y no sean luego de adultos como los animales que solo dan goce al cuerpo. Pues el ser humano se compone de cuerpo y alma y debéis de vivir como seres humanos y no como las bestias, pendientes solo de su sustento y supervivencia. Yo, Vuestra Madre Celestial, os hablo.


Padres, madres, abuelitos y tutores, enseñad a los niños a ser educados y respetuosos, y sobre todo, que en el templo se sepan comportar, porque ellos cuando son pequeños son buenos receptores y se les graba todo lo que le digáis.


Yo también fui Madre y tuve a Mi cuidado al Hijo de Dios Altísimo, pero aún así le enseñaba según iba creciendo, para formar un digno israelita que cumpliera las leyes de su tiempo, hasta que llegara su hora de actuar como Mesías. Yo, María, os hablo y os bendigo.


Bendecidme también vosotros a Mí, con vuestros modales, vestimentas y composturas, porque deseo que todos seáis dignos hijos Míos, y sobre todo, dignos hijos de Dios. Yo, Vuestra Madre Celestial, os hablo. La paz de Dios Altísimo esté con todos vosotros.